Según un
estudio que publica la revista Journal of Experimental Psychology: General las
interacciones sociales sobre gustos y disgustos pueden rastrearse en la
infancia temprana ya que cuando los bebés ven algo inesperado miran más
tiempo”, explicaron los investigadores, “Es algo fuera de lugar para ellos y
tienen que comprenderlo.
Los bebés observan la realidad mucho más de lo que podamos creer. Es por ello que, antes incluso de poder hablar o tener información sobre estructuras sociales, los recién nacidos son capaces de discernir si otras personas son hostiles o amistosas.
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