Una familia vive en un cementerio

Inglaterra.- Desde Southampton, al sur de Inglaterra hay  una familia que vive en un cementerio. Jayne Stead  y Mike Blatchford son lo habitantes de este peculiar hogar.

"Hemos tenido un montón de fiestas de Halloween porque la casa es el lugar perfecto" afirma la señora Stead. "Pero nadie se ha aventurado hasta aquí para el truco o trato".

Jayne comenta con tono jocoso que nunca han visto un fantasma, aunque sí ha notado alguna vez cosas raras: "Una vez estaba sentada en la sala de estar (la sala mortuoria) y noté como si alguien estuviera detrás de mi durante unos momentos".
"He estado sentado en la sala de estar y me he sentido como si hubiera alguien detrás de mí un par de veces", dijo Stead. "También he encontrado al perro ladrando a la nada en un rincón de la habitación, pero no da miedo.

La tía de Mike es medium y  cuando visitó por primera vez la casa tuvo una sensación muy agradable.

La puerta de entrada, que cuando se construyó era la capilla mortuoria, está flanqueada por tumbas. La casa, decorada con gárgolas y con una lápida en el jardín trasero, fue transformada por el Sr. Blatchford. En ella viven la pareja y sus hijos Joe, de 17 años, Florence, de 15 años, y William, de 13.
La capilla judía fue construida en 1845 y actualmente hace las funciones de comedor, mientras que los baños victorianos y el cobertizo de almacenaje les sirve como cocina. La vieja portería del cementerio alberga los dormitorios, los cuartos de baño y la sala de juegos para los niños.

La familia decidió no vender su antigua casa de Southampton después de comprar esta peculiar vivienda, de la que son propietarios desde hace seis años, por si hubieran tenido miedo de vivir en el cementerio. Pero pronto se sintieron como en casa. "No tuve malas vribraciones" al entrar en la casa, ha señalado al Daily Mail Jayne, que insiste en que no podían dejar pasar la posibilidad de comprar una casa que el Gobierno ponía a muy buen precio.


Algunos visitantes curiosos piensan que la vivienda está vacía. "Puedes ver a gente cotilleando en las ventanas y cuando nos ven viendo la televisión saltan a millones de kilómetros", dijo la señora Stead

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